miércoles, 7 de enero de 2009

Mi vida en verde


Debo confesar que tengo la mente verde. No hablo de esa mente que provoca pensar en el placer venéreo. No, no creas que soy una enferma sexual… Me refiero a una manera de pensar y de actuar.

Simplemente, esto de ser “green” me atrae mucho. No sé por qué, pero todo lo que tiene que ver con el reciclaje, con cuidar el medio ambiente y con evitar las huellas de carbono, tocan mi fibra humana. Tal vez, en otra vida fui una botella de plástico desamparada en medio de un pastizal y experimenté un trauma después de pasar 300 años viendo gusanos, tierra, grama y cuerpos descompuestos a mi alrededor. Sea lo que sea, tengo una conciencia ambiental que parece estar integrada en mi “chip”.

Desde hace unos años, reciclo en mi casa, reuso el papel de la oficina, boto la basura en bolsas de supermercado, vuelvo a usar los contenedores plásticos en los que vienen los alimentos y heredo juguetes para mi hijo –en vez de salir como una desquiciada a Toys-R-Us para comprar el último Elmo (que no me extrañaría que el próximo se ría y se orine encima de la risa, literalmente, porque Tyco se dio cuenta de que puede vender pañales para este muñeco peludo, ganar más dinero y, por supuesto, crear más basura).

Sin embargo, hace poco, estaba en una cafetería y ordené una botella de agua y una de jugo. Cuando fui a tirar la basura en el zafacón, de manera automática, me detuve y, por primera vez, experimenté un cargo de conciencia nuevo. Me pregunté: ‘¿Cómo voy a hechar ambas botellas plásticas en un zafacón de basura?’. Me imaginaba a las dos botellas diciéndose entre sí: ‘Mira esta hija de su madre como nos manda al vertedero. Ojalá vuelva a reencarnar en una de nosotras’. Me sentía como si me hubiesen mandado a identificar a un criminal y hubiera señalado al inocente. En fin, desde ese momento, procuro llevarme los plásticos conmigo, aunque se queden por dos semanas en mi carro, creando una colonia de organismos nuevos (lo cual es “green” también, ¿no?).

Hago este cuento y lo más probable piensas que soy superdisciplinada con esto de la conservación del medio ambiente y que ando con camisetas que dicen: ‘Peace, Love & Recycling’ o ‘I’m a Tree Hugger’. Para nada, no soy ambientalista, ni trato de serlo; soy una ciudadana consciente. Pero, hay algo que no me permite decir que soy 100% “green” y es que no lo soy, pues, por más que trate, soy víctima de una sociedad que vive rápido, que lo que busca es lo fácil, que prefiere botar y volver a comprar, que consigue baratillos y los compra sin necesidad de hacerlo.

Entonces, ¿cómo lograr ser ‘verde’ si las herramientas para hacerlo no están tan accesibles?, ¿cómo evitar el plástico, casi todo viene en envase hechos de este material?, ¿cómo eliminar las huellas de carbono, si tengo que guiar más para llegar a la parada de tren que para llegar a mi trabajo?, ¿cómo enseñarles a los niños, si la mayoría de las escuelas no tienen contenedores para reciclar?, ¿cómo evitar los pañales, si tengo que trabajar y no me da el tiempo para lavar culeros?, ¿cómo lograr ser “green”, si vivimos en una sociedad de consumo excesivo?

Estoy en la búsqueda de dejar a un lado las excusas y de actuar. No obstante, no es tarea fácil, pues si viviera en un monte con mi vaquita, mi palito de chinas, mi gallinita y con todas esas cosas que compro en el supermercado, entonces, se me haría mucho más fácil ser “green”. Pero, es una realidad que nuestro estilo de vida no es el mismo que antes. Hasta el jíbaro compra en Costco y lo peor de todo es que el camión de reciclaje no sube el monte para recogerle la basura a Doña María, quien vive en el barrio Peña Pobre de Naguabo.

¿Qué puedo hacer? Lo mismo que tú… Seguir creando conciencia, pero sobre todo, actuar, exigir, motivar y espacir un mensaje que contagie cada vez a más personas para que, antes de reciclar, puedan hacerse estas preguntas: ¿lo necesito?, ¿qué haré con este producto cuando se acabe o cuando no lo necesite más?, ¿alguien me puede prestar lo que busco para no tener que comprarlo?, ¿puedo volver a usar el envase y evitar echarlo al zafacón?, ¿a dónde va la basura que hecho en los contenedores de reciclaje?, etc.

Tal vez una conciencia “green” no sea tan “hot” como una mente verde, pero, sin duda alguna, tiene mejores efectos… y no contagia STD’s.

EN LA FOTO: Nuestro arbolito navideño "green".

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